«Vísteme lento que tengo prisa», como dice el refrán. Hace un par de décadas se nos impuso un turismo de rápido consumo; que iba en contra de los valores de nuestra gastronomía mediterránea y nuestro estilo de vida.
El movimiento «slow travel» ha llegado para proponernos una nueva forma de viajar que rompe con el turismo de a prisa y corriendo por ver monumentos que ni nos interesan y simplemente poder tacharlos de la lista. Aboga por la tradición local, los buenos alimentos y el conocer un lugar a través del acento de los vecinos del sitio.
Según nos dice Marina Naranjo, gerente del alojamiento rural La Siesta del Naranjo, en Monesterio, “el viajero busca cada vez más alojamientos conectados con la comunidad local, gestionados por sus propietarios, y que propongan experiencias rurales y de bajo impacto para el medioambiente”.
Yendo más allá en este movimiento ‘Slow’, se ha visto incrementada la oferta de retiros de yoga. “Un retiro de yoga se trata de un escape de nuestra rutina, de los semáforos y de las obligaciones de nuestro día a día. Entre la escuela organizadora y nosotras como anfitrionas, pensamos en cada detalle para que, a través de una alimentación consciente, una serie de talleres de yoga y de senderismo y un descanso en la naturaleza, cada uno de los alumnos se contagie de equilibrio, armonía y calma. El objetivo es que el usuario vuelva renovado tras su fin de semana de retiro”, aporta Marina, quien ofrece este servicio a escuelas de yoga en los meses de primavera y otoño, compaginándolo con alojamiento rural en el resto del año. Las prisas y la situación vivida durante la pandemia han fomentado una nueva forma de disfrutar, haciendo que lo ‘slow’ y el turismo de relax y de naturaleza haya crecido. Este representa actualmente el 46% de las reservas totales, según datos de Weekendesk.es, portal especializado en escapadas temáticas.
“Una de las claves de nuestro espacio es el contacto con el maravilloso entorno natural que tenemos en el sur de Extremadura. El concepto de retiro de yoga está pensado para que pasen una gran parte del tiempo en el campo y tengan una experiencia completa con los cuatro elementos (fuego, aire, tierra y agua). Es por ello por lo que hemos decidido acoger a escuelas de marzo a junio y de septiembre a noviembre, dejando los meses de más frío y más calor para uso exclusivo de alojamiento rural.”
“Cada fin de semana es una aventura, también para la gente del pueblo. – Nos cuenta la propietaria del espacio – ” Recuerdo el día en que una de las escuelas a las que hospedamos celebró el Holi indio, o festival de colores. La celebración consiste en lanzarse polvos de colores brillantes unos a otros, como símbolo de felicidad por la llegada de la primavera, tratando de emular los alegres colores de las flores que nacerán durante la estación venidera. Los alumnos hicieron una ruta de senderismo por las dehesas hasta llegar a un riachuelo donde hicieron una última sesión de yoga, lanzaron estos polvos de colores y se pegaron un chapuzón; un espectáculo muy visual y divertido. Seguro que fue una sorpresa para los vecinos de Monesterio que paseaban por el campo ese día.”
¿Cómo son esos retiros y de qué van?
Marina:Se trata de una escapada de nuestra rutina, de los semáforos y de las obligaciones de nuestro día a día. Entre la escuela organizadora y nosotras como anfitrionas, pensamos en cada detalle para que, a través de una alimentación consciente, una serie de talleres de yoga y de senderismo y un descanso en la naturaleza, cada uno de los alumnos se contagie de equilibrio, armonía y calma. El objetivo es que el usuario vuelva renovado tras su fin de semana de retiro.
¿Cuándo se abre la temporada y hasta cuando permanece abierta?
Marina:
Una de las claves de nuestro espacio es el contacto con el maravilloso entorno natural que tenemos en el sur de Extremadura. Aunque el aula interior de yoga y la casa estén perfectamente aclimatadas para el invierno, el concepto de retiro de yoga está pensado para que pasen una gran parte del tiempo en el campo y tengan una experiencia completa con los cuatro elementos (fuego, aire, tierra y agua). Es por ello por lo que hemos decidido acoger a escuelas desde marzo hasta noviembre, dejando los meses de más frío para uso exclusivo de alojamiento rural.
Durante esos retiros lo mismo se come, duerme, pasea por la finca…
Marina:
Así es. Lo habitual es que la escuela imparta de 4 a 6 clases de yoga y una ruta de senderismo por la zona. Luego, cuentan con su tiempo libre en el que pueden disfrutar del jacuzzi o de la piscina. Y entre clase y clase, les estamos esperando con un buen desayuno o menú para que cojan fuerzas.
¿Quién vendrá hacer ese retiro yoga y otras actividades?
Marina:
Todo aquel que sea amante de la naturaleza, el deporte y una buena alimentación. No hace falta que hayan hecho yoga antes; siempre hay una primera vez y las escuelas se adaptan a los distintos niveles.
¿Alguna anécdota que contar de otras veces?
Marina:
Cada fin de semana es una aventura, pero sin duda me quedo con el día en que una de las escuelas celebró el Holi indio, o festival de colores. La celebración consiste en lanzarse polvos de colores brillantes y agua coloreada unos a otros, como símbolo de felicidad por la llegada de la primavera, tratando de emular los alegres colores de las flores que nacerán durante la estación venidera. Los alumnos hicieron una ruta de senderismo por las dehesas hasta llegar a un riachuelo donde hicieron una última sesión de yoga de despedida, lanzaron estos polvos de colores y para terminar se pegaron un chapuzón. Fue un espectáculo muy visual y divertido. Seguro que fue una sorpresa para los vecinos de Monesterio que paseaban por el campo ese día.
Marina anima al viajero a vivir esta experiencia:”a todo aquel que sea amante de la naturaleza, el deporte y la buena alimentación. No hace falta que hayan hecho yoga antes; siempre hay una primera vez y las escuelas se adaptan a los distintos niveles.
” ¿Habrá llegado el movimiento « Viaja lento, viaja sintiendo » para quedarse?