Sabia. Es el perdigón pelao y esto es entero. Y entonces hay una hierba que se llama sabia y entonces se le echa una cabeza de ajo, unos cuantos clavos, un poquitín de pimienta negra. Lo cubres de vino y luego de aceite y lo hechas. Y cuando ya queda todo embebido, que ya el aceite, ya quedándose, que ya va doradito, queda muy rico. Muy ricos, muy ricos. Se le echan unos clavitos de, digamos, especias. […] Esto sí, se conservaba en la olla la carne que se pone en sabia. Por ejemplo, le voy a decir yo: esta es la olla y aquí se pone cubierto con el aceite, el vino, con la cabeza de ajo, la sabia. Va to cubierto y se pone a cocer. Y ahora se le pone, encima de la olla, una tapa era con agua. Y de ahí va tomando, va tomando el vapor. Se ha puesto siempre con una tapa era, boca arriba, de la misma olla, la misma olla que haga eso.
(Santa María, mujer, 26. 7. 97/2)