Constituye este santuario el único ejemplo conservado en tierras santiaguistas de templos construidos con dos naves y cabecera desplazada con respecto al eje de la construcción.
La ermita de San Blas se denominaba en la antigüedad Santa Brígida y Nuestra Señora de Gracia, topónimo este último que se ha conservado, el cambio en la advocación debió venir dado por el traslado de la imagen de San Blas al mismo.
La ermita presenta dos naves y un testero plano. Esta extraña configuración, en absoluto canónica, conlleva el desplazamiento de la cabecera desde su posición natural en el eje del edificio, hasta una ubicación, en absoluto convencional, afrontada a la nave del evangelio, pues de otro modo la arquería que separa las dos naves se situaría en mitad del ábside impidiendo la correcta visualización del culto religioso. En este edificio, de clara vinculación popular en cuanto a su arquitectura, sobresalen la arquería central, en la que se despliegan tres arcos apuntados realizados con ladrillo, y el vano de acceso situado en el lado del evangelio con traza de medio punto peraltado enmarcado por alfiz y dispuesto bajo un tejadillo que sobresale ligeramente con respecto al lienzo en el que se encuadra.