Hasta la instalación de la red de agua potable domiciliaria, la vida del pueblo giraba en torno a los tradicionales pilares. Los tiempos modernos terminaron con el acarreo constante de las muchachas de cántaros de agua fresca de los pilares. Aunque es de fábrica contemporánea, diseñado en 1911 –desmantelado en los 70, y reconstruido a principios de los 80 –el Pilar de la Reverencia, enclavado en plena carretera, ha sido cerca de un siglo testigo de curiosos viajeros. Sin duda el abrevadero más antiguo es el conocido como Pilar Viejo, destinado a facilitar agua al ganado trashumante y de la localidad. Importante para Monesterio ha sido el Pilar del Llano, de piedra granítica y modificado algunos de sus elementos hace unos años; fue escenario de bastantes ediciones del famoso rodeo de la feria ganadera de Monesterio, que se celebraba a finales de septiembre. En los años veinte con su agua se regaba las especies arbóreas del entonces Parque de Ramón y Cajal, y se embelleció su entorno con un magnífico Grupo Escolar, financiado casi íntegramente por el municipio.
En el entorno del pueblo existían antiguamente fuentecillas, hoy sepultadas o desaparecidas, caso de la Fuente de San Ildefonso, en la calle del mismo nombre. También desapareció el conocido Pilarino, en la plazoleta de la calle Eduardo Naranjo. En los arroyos del Cañuelo o de la Pimienta Negra, antaño estaba plagado de lavanderas, que con tanto esfuerzo enjabonaban y aclaraban todo tipo de ropas.