Construida en torno al año 1789 con las aportaciones voluntarias de los vecinos, tras la prohibición de correr toros en las calles.
Dota a este pueblo de monumentalidad, pero sin romper la estética, pues su forma exterior es robusta y sencilla, encalándose su fachada año tras año.
Conserva en la parte de sol su estructura inicial, formada por asientos revestidos de pizarra y ladrillo configuran un espacio de gran belleza y aspecto rústico.
El ruedo con sus 40 metros de diámetro viste desde el año 2000 un callejón de madera que protege los antiguos burladeros excavados en el macizo graderío y que conforman estrechas aberturas.
La relevancia de este monumento se refleja en su declaración como Bien de Interés Cultural en la Categoría de monumento.
La plaza es de 3ª categoría, con un aforo de 3.500 habitantes aproximadamente.